sábado, 16 de junio de 2012

Triguero (Emberiza calandra)





Recorrer zonas de cultivos despejadas supone encontrarnos con una serie de aves de tonalidades ocráceas, difíciles de diferenciar. Una de ellas es a la que dedicamos esta entrada. Tiene un tamaño de unos dieciocho centímetros y estrías en el cuerpo que la hace difícil de distinguir del entorno. Tiene un pico fuerte y robusto con un diente que le distingue de otras especies con las que pudiéramos confundirlo. El macho tiene la costumbre de cantar en lo alto de cualquier rama, cardo o cosa que sobresalga de la planicie cerealista. La hembra suele estar cerca. Cuando nos acercamos el macho permanece cantando en lo alto hasta que la hembra considera que estamos demasiado cerca y sale volando; el macho la sigue. Algunos comparan el canto con el sonido que se produce al mover un manojo de llaves. En estos días se diría que el campo está lleno de estos manojos. ¿Igual hay alguien que quiere ponerle puertas al campo?
















5 comentarios:

  1. Tu lo has dicho el campo esta lleno de ellos. Lo mismo pensaba yo hace unos días cuando salí a dar una vuelta al atardecer.

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  2. Simpáticos y agradecidos, los trigueros nos acompañan durante nuestros paseos estivales, amenizándolos con sus sonoras 'llaves' y su perfil resaltado sobre la llanura cerealista.
    Muy buena la entrada que les has dedicado, en tiempo y forma, Torcuato.
    Un saludo de 'ojolince y sra.'

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  3. Preciosas fotos, a veces no son los colores mas llamativos, los que nos hacen disfrutar de una compañia, estos pajaritos, con su trinar, su libertad, su deambular, nos hacen soñar con una vida mejor, más tranquila, mas espontanea...

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  4. Creo que el campo tiene muchas más puertas de las que nos gustaría, buenas fotos.

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